María Sarkis Yazbek Murad Murad de Murad
A la memoria de mi abuela.
Índice
Prologo
………………………………………………… Página 04
Su
lugar ……………………………………………….. Página 05
Su destino
…………………………………………….. Página 06
El deseo
………………………………………………. Página 07
La obediencia
…………………………………………. Página 11
El hombre
……………………………………………… Página 15
La partida
………………………………………………. Página 23
El retorno
………………………………………………. Página 25
El destierro
…………………………………………….. Página 27
El desconsuelo
………………………………………... Página 29
El desgarro
…………………………………………….. Página 31
Lo nuevo
……………………………………………….. Página 33
Jorgelito
………………………………………………... Página 34
El esfuerzo
…………………………………………….. Página 38
La convicción
………………………………………….. Página 40
La pérdida
……………………………………………… Página 42
El poder ………………………………………………… Página 45
Prólogo
Han pasado
más o menos veinte años, a fines del siglo pasado, un día, sentado frente a la
primer Notebook que tuve, en el departamento de la avenida Cabildo al 200,
también mi primera casa en Caba, decidí comenzar una reseña, una especie de
biografía, un recorrido por la historia de una mujer que impactó en mi vida.
Pasaron años… pasaba la vida y cada tanto retomaba y escribía, pero había algo
que me ponía un freno, no tener datos fidedignos que complementaran mi ansiedad
y obsesividad por ser fiel a una cronología que hacía perder lo rico de traer a
la memoria una vida tan digna de ser contada, a la que poco le interesaría un
dato más o menos, cuyo decir no tendría la fuerza de borrar el curso de sus arrugas,
ni el marcado entrecejo; y lo hacía ya no en esa computadora, muerta en la
batalla tecnológica más que por el maltrato, lo hacía en otra que al contrario
de los presagios, fue atacada por un virus que eliminó gran parte de mis
carpetas, ocasionando en mi un halo de frustración que me llevó a desistir en el intento de
plasmar ese relato; y siguieron pasando años y también la vida, hasta que en
este año 2020 el mundo fue abordado por una pandemia, que como una peste bíblica
invadió todos los países, sin distinción alguna. No valió ningún crédito en el
haber de nadie, solo se puede ver la cruda humanidad y sus miserias, es el
Covid-19. La pandemia nos obliga al aislamiento que conlleva a poner la mirada
en lo esencial, en valores básicos y fundamentales, pero por sobre todo en
mirar y ver al otro. Cuan fácil sería si así ocurriera, pero NO, por el contrario,
se profundiza la grieta de anti-cuarentena y pro-cuarentena, como distintas
miradas a las que cierto sector de una manera ruin “politiza”, buscando réditos
en los muertos, en el aislamiento y en la economía, para citar algunos; muertos
que replican en todo el mundo, no solo en Argentina; aislamiento como medio de
cuidado y prevención, no de encierro caprichoso, diferencias que se replican en
todo el mundo, con discursos de las más disímiles posturas, según corresponda
la ideología del promotor o sus mandantes cuyos intereses sean afectados,
alejándose cada vez más del objetivo primordial, que es salvar vidas. En ese
contexto, el tiempo alcanza para más cosas que las habituales, es que estamos
en casa y hacemos actividades pendientes, postergadas, y así fue como me
encuentro con un parcial de lo escrito y con un impulso entusiasta acá me veo
ordenando cronológicamente y contextualizando históricamente su vida. Viajaré en
el tiempo, iré y vendré según sea necesario, dejando que sea mi memoria quien coordine
mi escritura.
Se leerán repeticiones a la
historia, pero es darle voz a la otra mirada, que con dramática sutileza intenta
dar normalidad a un criterio ordenador que no tendrá en cuenta como prioridad
los afectos, sino los mandatos, un significar cuya ejecución vale por esa
conexión que padecen y a la que responden como la lluvia sucede al trueno,
viven bajo la normativa del mandato sin haber intentado entender su mandamiento.
Oriente próximo.
Líbano.
Ocho gobernaciones.
Gobernación del norte.
Batrún un distrito.
Tannurin un pueblo.
Shatín una aldea.
Su
destino
América.
Argentina.
Patagonia.
Territorio Rio Negro.
Guardia Mitre.
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