El salón y el comedor, dispuestos en una planta en forma de ele, resalta con unos grandes ventanales que ocupan toda la pared que da al balcón corrido. Eso aporta gran luminosidad al ambiente. No obstante la privacidad y si es necesario, la oscuridad, se logró con un cortinado, de pared a pared, en blackout , del mismo tamaño que la cortina de voile de lino y los estupendos cantonier en raso de seda natural forrados en raso.
Los dormitorios siguieron los mismos diseños en cortinados, solo se cambiaron los tono. Se destacó uno de ellos con una arriesgada elección en gamuza, que se repitió en cubrecama y almohadones.
La gran mesa de comedor en vidrio templado color humo puede albergar a doce personas cómodamente sentadas. Acompañada por dos bancos entelados en seda, con respaldo dobles en las cabeceras y sillas enteladas también en seda pero con distinto motivo, mas una consola de vidrio como posición auxiliar. Ambas mesas apoyadas sobre antiguas columnas en mármol travertino y bronce avejentado.
La imponente araña de cristales es herencia de la bisabuela.
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