PALABRA
No
admite partición. La palabra debe ser la misma en todos los actos, sean estos
grandes o pequeños, notorios como para ser recordados o simples, donde la
valoración será la misma al igual que su cumplimiento.
Si
se parte de esa premisa se entenderán las consecuencias de cumplir con la
palabra, con esa promesa o faltar a la misma, fallando y por ende rompiendo el
contrato de confiabilidad. Siendo así, la palabra, lo más importante que tiene
el ser humano, tanto sea para ejercerla como para cumplirla, poniéndola en
juego en todo momento, para intentar lograr ese ida y vuelta con el Otro y de
esa manera tejer redes. Aunque para alguno las palabras no son más que sonidos
guturales; sin embargo, para otro es la columna vertebral de la vida, donde esta
en juego su honor, su honra y va de suyo su valor como ser capaz de
razonamiento, pensante, humano. La palabra como tal le da significado a la
existencia del hombre. Una persona que no cumple lo que dice, propone o
promete, tampoco lo cumple para sí misma, y consecuentemente si se propone algo
seguramente no lo logre y sus “palabras” dejen de tener “valor”. He aquí lo
importante de “tener palabra”: al decirlo se debe obligar a sí mismo a hacerlo.
El pez por la boca muere. La consecuencia sería la pérdida de confianza del Otro,
el deterioro, el desgaste y la degradación brutal de las relaciones.
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