El placer
Algunos transeúntes perdidos en la vida, sin saber que lo
están, esos a los que no les gusta hablar, o si lo hacen dicen sin saber decir
porque no vieron lo que debían ver, pregonan: “el sexo sin sentimiento es
solo trabajo”. “sex without feelings is just work.”
Desplegando un abanico
de posibles abordajes.
El mandato, el origen de todas las distorsiones, levanta el
guante intentando llevar agua a su molino y con la religión bajo el brazo se
cree ley.
El poder, de por sí, coloca el peldaño para diferenciarse
de lo carente. Así lo carente se empantana y lo que pretendía ser un vuelo,
termina siendo un fango al que se dirigió sin sorpresas, pero del que se queja
porque no se le permite llegar.
Si por el contrario se deconstruyera ese precepto de solemnidad
y se incorporara el juego, lo serio del acto sería auténtico, convirtiéndose en
el mejor de los vuelos, donde se llegaría sin siquiera vislumbrar el fango.
Eso es el placer.
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