viernes, 10 de diciembre de 2021

María Sarkis Yazbek Murad Murad de Murad - LA PERDIDA

La pérdida.

 

El calor de ese diciembre recrudecía en el silencio de las primeras horas de la tarde, donde el dolor protagonizaba la totalidad del momento. El cielo limpio y una brisa constante alentaban los ardientes rayos de sol que se incrustaban sin cesar en la galería del patio resecando todo lo que a su paso quemaba. Sin piedad y como imponiendo presencia exigía que las mujeres, balde tras balde, mojaran los pisos y las plantas para que el caliente viento se fuera transmutando en agradable brisa. El calor menguaba con el paso de la tarde a la noche y la oscuridad traía la zozobra y los temores del dolor presente en la carne del hombre y el corazón y pecho de los otros; los que cuidaban de él y esperaban el milagro, ese que dicen viene con la Navidad.

Junto con la Navidad de ese año llegó su hora y el mismo día murió. Y sí... ¿porqué no morir en Navidad? Para quien “quiere”, duele tanto que alguien muera un día cualquiera o en Navidad; los afectos no miran fechas ni se atan a festividades, no conocen credos. ¡Los afectos simplemente quieren (como si querer en este caso fuera poco), pucha! que respetable suena aquí esa palabra... si se me erizan los pelos al pronunciarla y me tiembla el pulso al escribirla. Es muy fuerte tomar conciencia que a ese alguien al que queremos, no lo veremos más, que se murió, que solo nuestro recuerdo y nuestra imaginación nos lo hará presente. Recuerdo de todos sus momentos de vida e imaginación del hoy si estuviera; un juego de verdades e ilusiones que combinados nos quitan un suspiro de nostálgica alegría.

La vida se tornó sepia y en rigor de costumbre así lo hizo propio, honrando su nombre y pregonando con su ejemplo. A más desgarrador el relato, más intenso su compromiso en los detalles cronológicos. Hasta su postura corporal acompañaba cada gesto y cada frase. Tenía la capacidad de envolver con su decir todo lo que la rodeaba. Era como ver una película, ser parte de ella, transitar todos los recovecos y los laberintos de su camino, camino que muchas veces acompañé en la escucha e interpretación de sus relatos y algunas, transité junto a ella, por ejemplo, semanalmente, rumbo al perdido cementerio, con un gran ramo de retamas amarillas o laureles rojos y blancos, para homenajear a su marido, muerto ya sabemos cuándo. Aunque lo pareciera, no se trataba de una rutina, no se repetían los sucesos, ni la ruta, ni las historias que acompañaban esos pasos.

Queda sola con su hijo de once años y una criada hija de la vida, apenas sabiendo el idioma, analfabeta, intenta infructuosamente continuar con el almacén de ramos generales, hasta que decide cerrarlo y dedicarse a lo que sí sabía hacer, sembrar la tierra, cosechar sus frutos, elaborarlos, criar sus gallinas y continuar. Fueron años duros, muy duros, de mucha austeridad, pero su perseverancia y tesón dieron sus frutos. Para ese entonces era doña María, respetada por la mayoría, el resto la envidiaba e intentaban ignorarla por sus propias mezquindades. Fue pilar incondicional del crecimiento de su hijo y de los criados ajenos, pero ya propios. Reconoció como testigo a las arrugas propias, reflejadas en los vidrios azotados por el reflejo del sol de las tardes, pero también en el espejo de la cómoda de su cuarto, que la recibía ni bien dejaba el lecho cada mañana, o cuando regresaba a acurrucar sus recuerdos en los sueños. la vida le devolvió una pequeña parte de lo arrebatado, dejando que mas allá del presente su existencia no pasara desapercibida. Pese a todo, la humildad fue su estandarte, y con él llegó a conquistar sus batallas.

Un tenue hilo de luz se filtraba por la alta ventana de dos hojas, con vidrio repartido y postigos de madera maciza del cuarto donde resguardando sueños, dormía. Era el día amaneciendo, un día que sucederá a otros y otros, mientras su vida transcurre y los años pasan, donde tomo conciencia de su existencia, donde pasa de todo, silencios, comentarios, miradas, indiferencias, enfrentamientos, falsedades, combos de todo tipo y a gusto de cada consumidor, hasta que me reconozco pertenecer, la reconozco como Mi Abuela, iniciando un camino de reconocimiento mutuo, habidos de entendernos, de aprender y enseñar, de desconectarme como ella y navegar junto a ella, a la deriva, entendiendo que su guía me protegía, desconectarme de los prejuicios y las mezquindades, de la soberbia y la estupidez, aprendiendo a tejer la coraza que ella tenía frente a esos calificativos agraviantes de lo cotidiano, curtiendo el temperamento, reglando mis propias reglas de compleja familiaridad recurrente, un receptor de ambos lados de una estúpida grieta, con la que aprendimos a convivir sabiendo que siempre existiría, más allá de nuestros esfuerzos o deseos, donde más crecía y mas me afianzaba a su sabiduría, más entendía sus silencios, más capitalizaba sus comentarios, pero ese desconectarme no bastaba y a pesar de los años, el volver a los mandatos ya no era casual sino consecuencia, una consecuencia de múltiples factores que facturaban  a sabiendas que afectarían el patrimonio y cuyo costo insistirían cobrar sistemáticamente, como todo lo facturado producto de los comportamientos sabios o erróneos, pero comportamientos al fin, tejedores de simple orfebrería.

Ese tejido fue modificado aquél día en que un joven seminarista desconocido llega al chalet de la calle Alsina, deseoso de encontrar paisanos que hagan menos penosa su estancia en esa lejana Patagonia, a miles de kilómetros de su amado Líbano, y me pregunta con voz amable y en un español mal hablado, pero entendible, si allí vivía la familia en cuestión, a lo que asentí, y entrando en la casa, voy en busca de María, que dedicadamente destejía un suéter de pura lana de cabra, para volver a tejer, sabe bien qué otra prenda, y viene a mi encuentro y los presento, aunque de ahí en más me fue difícil entender ya que el diálogo en un 90% es en árabe; diálogo conmovido, por momento sonriente, mayormente serio, por momento con lágrimas, intenso, donde el joven atendía el relato, que en un continuar hablando, me pide papel y lápiz, lo traigo y veo como comienza a redactar una carta, en árabe, dictada por una mujer a la que ese día, ese joven, le cambiaba la vida, le traía después de 50 años, una brisa fresca, que con los meses se convertiría en un vendaval de alegría. Así pasaron horas, horas en las que el ambiente se llenó de alegría y misterio, en un viaje de preguntas y respuestas para atesorar el paso del tiempo y sus cambios de escenarios, donde la estafeta postal, el Correo, por segunda vez vuelve a ser protagonista en la vida de esa mujer y en los suyos, que acompañamos con felicidad, intrigas e incertidumbre el destino de esa carta, que luego de ser leída con gran asombro en destino, fue remitida a un lugar de Uruguay, donde con grata sorpresa responden tres meses más tarde, describiendo y actualizando las ramas de ese árbol genealógico, que emocionó a María y la llenó de felicidad y amor, recompensando tantos años de cierta soledad y silencio, recompensada ese mismo año, con la visita de sus sobrinos que vivían en Uruguay, colmando sus expectativas en esos abrazos, miradas, escuchando sobre sus hermanos en oriente y occidente, el crecimiento, los años, la vida, y sus suspiros no dejaban de acongojar su alegría ante cada relato que emocionaba a los relatores y rebotaban en mas abrazos y bendiciones, como queriendo cobrar revancha a los años y reclamar los afectos atesorados y no demostrados, poniendo en carne viva al deseo y dando crédito a tantos rosarios con sinceras intenciones por cada uno de aquellos y estos, rosarios que para la fe de esa mujer cosechaban la mejor de las siembras, la recompensa del estar.

La felicidad recibió un sunami preanunciado… Un día me cuenta un sueño, donde estando a la orilla de un río, correntoso, pero no temerario, típico de la montaña, enmarcado por tupidos bosques, con un cielo celeste plomizo y sereno, ve a su hermana saludarla desde la otra orilla, agitando su mano, sonriente, la ve partir y ella despierta, sobresaltada, un tanto abrumada, como en un mal presagio, que yo trato de disipar, contrarrestando ese mal pensamiento, con un bello recuerdo de Hana, madre de dos de las sobrinas que la visitan, Mentha y Mountaha. Pasa poco menos de un año y viajamos todos a conocer al resto de la familia, y pese a que se trató de ocultar, el secreto se filtró y María se entera que ese día del sueño, su hermana Hana, que vivía también en américa, sin que ambas supieran, había muerto. Ya nada fue igual, la vida continuaba para todos, pero en ella se notaba una pausa, un quiebre, un desgarro difícil de remontar sin vientos de vida, sin fuerzas para correr tras el hilo de barriletes de otros tiempos, giró el sendero de sus planos, chocó de frente con un cáncer, no la asustó, lo vivió y lo padeció meses, en los que fue comiendo su salud, sin ejercer tanta resistencia, su fuerza debilitada por los años no ayudó, hasta que una tarde noche de un 18 de julio del año 1977, en mis brazos y dándome su bendición en árabe, cerró sus ojos y con ellos su historia.

Si debiera hacer una síntesis acotada de su tiempo, sin lugar a duda diría que su vestimenta es el fiel reflejo de su vida. Minimalista, natural, simple, austero, coherente, con carácter y con una estética que marcaba su personalidad y la diferenciaba del resto,

Ella era María Murad Murad de Murad, hija de Camela Yazbek Murad y José Sarkis Murad, nacida un 18 de abril de 1891, mi Abuela.

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miércoles, 10 de noviembre de 2021

María Sarkis Yazbek Murad Murad de Murad - LA CONVICCION

La convicción.

 

Un capítulo no menor fue el insertarse en el almacén de ramos generales de Jorge, su marido, que a su llegada convino que su lugar era puertas afuera del negocio, dedicándose a las “tareas hogareñas”, rol que por mandato el hombre asignaba, pero María no se trataba de cualquier mujer, era alguien a quien la vida le otorgó herramientas, la capacitó para salirse de esos ancestrales preceptos, a desconectarse del sistema, demostrando que las diferencias no eran más que perversa retorica patriarcal, cruel y lastimosa, cuyo resultado transcribió en los hechos y sin saber el idioma, colaboraba luego de observar por repetición como se hacía cada cosa, aunque en más de una ocasión se notaba su impronta. Ese observar tenía implícito un estricto control de todo. Nada estaba librado al azar, al punto de llevar un registro mental de los ingresos. Ya que su analfabetismo no le permitía leer los libros de caja. Todo un tema, ya que de eso no se hablaba. No era de su incumbencia, hasta que logró romper esos usos y metió mano en la caja. No por motivos mezquinos, sino por el objetivo primordial que su corazón le reclamaba día a día, momento a momento, instante a instante; lograr juntar el dinero necesario para traer a su hija. Dinero del que hablaba con Jorge y al que él esquivaba por sentimientos encontrados con sus sobrinos a los que había tomado cariño después de tantos años y ahora con el nacimiento de su hijo varón. Pero nada justificaba y era excusa para María, Jamás declinaría.

No se lo perdonaría nunca.

Como no se hubiese perdonado ni dudó, cuando quisieron en plena guerra, cambiarle a su pequeña hija por un plato de trigo, sí, parece inconcebible, pero el hecho existió, una familia que no tenía hijos vio la oportunidad y lo intentó.

Volvamos a esos años en medio de esa guerra que no medía su capacidad de fuego, ese tiempo en el que la escases de alimentos tocaba todas las puertas, momentos en los que se aprendió a comer yuyos con tan solo un poco de aceite, sin sal obvio, porque la sal era un bien muy caro, tan caro que logró alto valor de cambio, y esa fue la razón por la que se escabullía en los trenes que iban a los pueblos costero, logrando traer ese preciado condimento, que ella misma recogía en arduas y dolorosas horas de trabajo, con una cesta de paja, donde zarandeaba el agua de mar para recolectar en cada cedazo una muy pequeña cantidad, repitiendo esa rutina por horas, sintiendo como su piel se ardía expuesta al sofocante sol y al agua de mar.

Con la ayuda de un pariente, también Sarkis, llega hasta la estafeta postal, con el fin de saber cuánto contaría traer a su hija. Regresa al día siguiente, entrega el monto necesario y camina de regreso a la casa con la euforia del paso dado, con su corazón rebosante de esperanzas.

Pasan varios meses antes de que su hija llegue. Es que al parecer “alguien se quedó con un vuelto de su dinero”, el pasaje de Cecilia tuvo destino Montevideo y no Buenos Aires. Por eso es por lo que desde su llegada a América tuvieron que pasar tres largos meses antes del reencuentro. La adolescente debió trabajar para poder costear el billete que la llevaría a destino. Fue una familia libanesa que se conmovió y la rescató del puerto uruguayo, llevándola a su casa y ofreciéndole labores domésticas que conllevaran su paga, albergue y comida.

A partir de ahí, ya en suelo argentino, los cuatro tuvieron que reaprender a reconocerse, a sentirse familia y crecer. Sabido fue que el destino de Cecilia se digitó según los mandatos ancestrales. Aunque ese mismo destino apuró los tiempos y se precipito como un alud inmanejable, como una catarata repentina en el manso río, todo fue tras todo y a pesar de todo, llevándose partes, desmembrando…

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domingo, 10 de octubre de 2021

María Sarkis Yazbek Murad Murad de Murad - EL ESFUERZO

El esfuerzo.

 

Cómo costaba encajar en esta nueva tierra..., cómo aprender a vivir cada día sin ese entorno propio... y día a día construirlo como sea posible conviviendo con lo nuevo y afianzando sus costumbres; así, de a poco, como una cuña que momento a momento va incrustándose en la nueva tierra, hasta ser parte de ella, así, María va mezclando su día y sus años, con lo que traía. Porque todo era tan distinto al decir del idioma... que, desde el paisaje, el ritmo y las costumbres modificaban diariamente sus momentos. Comunicarse con la gente costaba esfuerzo, risas y muchos enojos. Su principal lenguaje en ese tiempo fue el de señas y monosílabos que en la mayoría de los casos mal pronunciados lo complementaban, entender significaba todo un tema aparte, ya que en muchos momentos se lograba, o se acudía a la intuición como único modo posible de entendimiento. Esa intuición y el perseverar, la llevan a lograr una no despreciable convivencia con los lugareños que, poco a poco fueron convirtiendo las risas en apoyo haciendo que la forastera transformara sus enojos en palabras. Junto a la nueva vida y con un incipiente diálogo transita una etapa dura y plagada de descubrimientos, que con mucha rapidez fue atesorando para enfrentarse a “la américa”. El cambio era grande. Tan grande era el cambio que hasta lo simple y cotidiano se tornaba complicado, desde entender la moneda hasta conseguir las especies para preparar sus recetas fue costoso; pero con el tiempo las complicaciones se fueron disipando y como un claro amanecer de primavera donde el sol renace con la pulcritud del alba y el día florece abriendo sus pétalos a la luz para fotosintetizar su existencia, María comenzó a revertir el proceso y enseñando su sapiensa, como pudo, se entremezcló con sus pares dando a luz una nueva etapa de su historia. Ya había gastado todas las especies que traía su baúl, pero iba descubriendo otras, plagando su cocina de nuevos olores, nuevas raíces, nuevos brotes y semillas. Para ella todo en “la américa” era mucho, grande, abundante y hasta en cierto modo interminable. Excepto lo que su corazón aún no lograba completar.

La abundancia, no solo enmarcada por un vasto territorio infinitamente más grande que su terruño natal de unos 10.000 kilómetros cuadrados; sino por lo virgen y fértil de sus campos y lo acaudalado de su río, distinto a su Líbano, donde la siembra era mayormente en terrazas o en pequeños solares, allá donde sacrificar un borrego era una fiesta anual y valorada. El contraste era desproporcionado y hasta carente de lógica para ella. La casona de la calle ancha que crecía en ladrillos, apilados al mejor estilo occidental, de ventanas altas y puertas dobles era una muestra. Aquí la siembra era próspera y se daba en grandes latifundios, el ganado pastaba por cientos, la carne era el plato principal de la dieta patagónica, todo se daba en lo prometedor de sus siembras y en lo prolíferas de sus manadas, y tuvo ante su asombro una fauna y flora nueva para descubrir.

Desde esa casona de la calle ancha hasta el pueblo viejo y desde ahí hasta la vera del río, caminaba María para juntar bolsas de pétalos de rosa silvestre con los que hacia agua de azahar. Recogía hierbas, frutos y hongos. tomando todo lo que esa naturaleza virgen le ofrecía, y la mayoría de los lugareños, por ignorancia o comodidad, no aprovechaban. Su analfabetismo no impidió que capitalizara todo lo vivido en la guerra y lo que había significado transitarla.  Así transformaba, y al hacerlo enseñaba y al hacerlo aprendía y hacía. Porque también aprendió mucho de esos lugareños apáticos al principio, pero familiarizados a partir de descubrir su existencia. La existencia de manos que con primaria y rudimentaria simpleza convertían la uva en vino, la aceituna en aceite, los frutos en conservas y los pétalos de rosa en agua de azahar, manos con las que amasó el barro y que también amasó el pan, manos que recolectaban miel, que sembraron los surcos, que cosecharon, afirmaron y también acariciaron.

Su casa fue creciendo en ladrillos y en gente al igual que su huerto en el que en pocas cantidades logró concentrar una quinta entera con su correspondiente granja en la que crio y cosechó en grandes cantidades, naciendo así el aceite, el vino, las especies, las conservas y los tejidos de María, la turca. Creció en gente con la llegada de un hijo de sangre primero y de varios de la vida... de esos que llegan al momento y pasan a formar parte de los afectos y las preocupaciones propias de un vástago.

¿Por qué a los árabes, sean sirios, libaneses o de otro sitio de oriente próximo, se los llamaban turcos? Debemos recordar que, en el contexto histórico de la mayor corriente migratoria, de esos países a américa, todos ellos formaban parte, como provincias, principados o administraciones de la expansión del Gran Imperio Otomano, la Gran Puerta, el imperio turco, y si ahondamos en preguntarnos ¿por qué a muchos de esos árabes, se los llamaba sirio-libaneses? No escapa de la descripción anterior, ya que el Imperio moldeó sus fronteras y divisiones internas entre sirios y libaneses peinando y despeinando límites.

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domingo, 5 de septiembre de 2021

María Sarkis Yazbek Murad Murad de Murad - JORGELITO

Jorgelito.

Parte de esta historia. Dentro de la historia.

 

Aquí también me atrevo a entrelazar en la historia, la vida de quien terminó siendo su orgullo, recuerdo haber escrito al principio, que la vida de María se caracterizaba por mostrarse con simpleza llana pero con convicción y sin vergüenza, por eso es que debo diferenciar ese orgullo que no siempre fue recíproco, ya que, por una insegura razón, fueron puntuales las demostraciones, pero todo tiene un costo en la vida, la vida pasa facturas, y él al reconocer, pagó bastante caro su reconocimiento, con el agravante que marcó con esa misma inseguridad a su propia descendencia. Simplemente así y sin entrar en detalles se resume ese vínculo, que a solas era una cosa y en lo público otra; sin ser casual y parangonando recuerdo haber leído, que la consolidación como país de la República Argentina aún hoy no goza de acabado reconocimiento historiográfico como tal, a más de dos siglos de detectadas las primeras presencias en Buenos Aires de individuos del Oriente próximo y esa ausencia de reconocimiento implica un tipo de negación simbólica que bloquea la posibilidad de que los datos registrados por la historiografía inmigratoria sean empleados para una reconstrucción de la imagen del pasado argentino, acorde con su diversidad cultural y religiosa, por tanto, inclusiva de un retrato diferente de los argentinos-árabes, siendo el retrato de la naciente república, elaborado por sus políticos fundadores, sobre la base de los paradigmas europeos de civilización y progreso del siglo XIX, pensamiento orientalista incluido, que alimentó el mito de que sólo con inmigración europea era posible consolidar a la Argentina como nación, y como ejemplo tenemos a Juan Bautista Alberdi, que en sus “Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina”, que sirvió de base para la redacción de la Constitución Nacional de 1853, expresa:  …“Nosotros, los que nos llamamos americanos, no somos otra cosa que europeos nacidos en América. Cráneo, sangre, color, todo es de fuera. …En América todo lo que no es europeo es bárbaro, no hay más división que ésta: 1°, el indígena, es decir el salvaje; 2°, el europeo, es decir, nosotros, los que hemos nacido en América y hablamos español, los que creemos en Jesucristo y no en Pillán (dios de los indígenas)”. Si bien dicha Constitución en su prólogo hace referencia a “todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo argentino”, en su art.25 aclara, “El Gobierno federal fomentará la inmigración europea…”, infiriendo que no se deseaban inmigrantes de Medio Oriente o norte de África, es más, si nos fijamos en la obra escrita por quien fuera el segundo Presidente de la República, después de sancionada esa Constitución, Domingo Faustino Sarmiento, en su obra “Facundo”, civilización o barbarie, haciendo un paralelismo de lo local con los clásicos estereotipos orientales, no solo mantiene el domicilio natural de la civilización en Europa, sino que establece a lo árabe y musulmán como modelo de barbarie, y en ese paralelismo entre lo moro y lo gaucho, dominación española mediante, indica la continuidad de un atraso, el rancho es la tienda, el gaucho es el beduino, el caballo es el camello, la Rioja es Palestina, Argentina es Asia y su caudillo el Mahoma de las pampas, todo eso reunido en la barbarie rosista, condensado local de la bárbara mentalidad arábiga.

Pero volvamos a él, que es quien protagoniza a grandes rasgos este capítulo, donde puedo afirmar que, físicamente muy parecido a su padre, casi un calco, su tez aceitunada, su cabello rizado, sus mismos ojos, su porte, aunque su temperamento se había forjado con parte de sus genes y gran parte de su madre, logrando conjugar una personalidad con la fortaleza materna y la diplomacia de su padre, pero nunca le pregunté si era feliz, si fue feliz. Nuestro vinculo, simbólicamente sostenido por los mandatos, no siempre fue sincero, habiendo temas de los que no se hablaban, de los que la interrupción de la vida, parecería ser el justificativo para que nunca se hablaran, porque en ningún lugar veo escrito que se hubiese mencionado, faltando años, faltando respetarse, faltando amigarse y reconocerse, pero entiéndase que no va con reproches al uno y al otro, sabiendo que la paternidad se ejerce como se puede y el ser hijo es, en parte, consecuencia de eso, pero en otra parte opciones, decisiones propias, buenas o malas, que solo la distancia y el tiempo ayudan a analizar, dando un balance con el debe y el haber, donde recuentan todas las facturas y sus costos, a veces razonables, otras veces muy caros.

Pero retomemos.

Fue un día en el que él aprovechó el silencio de la media tarde y cruzó al solar de enfrente donde lo esperaban dos de sus vecinos, con quienes siempre se escabullía a esa hora en la que el descanso por el aplomo del sol abrazaba todo el poblado, creando, fantaseando y muchas veces soñando, hoy un hormiguero podía ser la fuente de inspiración para estudiar su comportamiento de grupo, ayer una tortuga encontrada tras la maleza les había enseñado que no era necesario la velocidad, sino la astucia, todo podía ser motivo de estudio, discusiones, proyectos y juegos, se entretenían con lo simple, aunque él era al que remitían ante alguna duda, porque era quien solía pasar horas leyendo, leía todo y de todo, era un voraz consumidor de conocimiento, también escuchando todo, sintiendo esa necesidad de saber, de crecer, de superación, sin dejar de asumir ni perder de vista su realidad, no dejaba de soñar con un mañana mejor, al que estaba convencido poder acceder y al que no pensaba resignar pese a los obstáculos, que no eran pocos por cierto, porque sus amigo le habían asignado tácitamente el rol de líder, del que les recordaba o clarificaba cuando la duda los agobiaba, creían ser investigadores cuando estudiaban el comportamiento de los sapos y la diferencia con una rana, o cómo las lombrices más allá de procesar, aireaban la tierra permitiendo que las raíces desarrollen  libremente, como cuando se internaban en el monte a revisar nidos de pájaros, aunque sabían que no debían recoger los huevos y menos meter la mano sin mirar, ya que una serpiente camuflada podía morderlos. Aventureros, disfrutaban recorrer los zanjones formados por las copiosas lluvias bajando de las lomas, allí no solo construían sus refugios aprovechando sus paredes, sino que encontraban crías de cuises, liebres y tortugas, porque todos habían parido a mediados y final de primavera, ya todos disfrutaban las arenas calientes bajo el sol caliente, esa arena que había incubado los huevos de tortuga, a la que ellos llevaban a sus casas y por cierto tiempo serían sus mascotas o sus objetos de estudios, teniendo probado que quienes más duraban en quedarse eran las tortugas, ya que las liebres solían escabullirse de los precarios corralitos de ramas y los cuises cavaban cuevas desapareciendo, pero no los desmoralizaban esos sucesos, sino que por el contrario, les agudizaba el ingenio para perfeccionar la estrategia, construyendo verdaderas obras de ingeniería con lo que encontrasen, en sus casas, en el monte, en el taller mecánico del señor Félix, a quien le pedían los rulemanes para que con la ayuda del señor Mario, el carpintero, construyeran sus kartings,  todo servía a los fines de crecer, de afianzar esos vínculos de amistad, de compañerismo, sin mayores demostraciones ni necesidades, solo el saber que al otro día a esa hora se juntarían y que a la hora de la merienda, cada uno regresaría a su casa, sin más que un chau!; pero ese día su comportamiento era notoriamente distinto, errático, disperso, su mirada triste, sus ojos llorosos, acostado a pleno sol restregaba sus ojos notoriamente molesto por el intenso calor, hasta que uno de sus cómplices de aventuras desde la ingenuidad y con vos temblorosa le comenta, entre afirmación y pregunta, si era verdad que su padre estaba muy enfermo, a lo que el silencio se apoderó de la tarde, más aun que en otros momentos, sentándose y viendo como rodaba en su mejilla un llanto callado, asiente con su cabeza diciendo, mi papá acaba de morir, era un 25 de diciembre de 1936, él tenía 11 años, su padre 43, lo abraza el que primero se animó y luego el otro logró imitarlo, aunque con miedo, porque veía que su llanto silencioso no cesaba y eso lo asustaba, el otro corrió a su casa a avisar a su madre, y esta avisó a otra y a otra y a otra, hasta que la noticia se hizo pueblo, el turco del almacén de ramos generales, que acopiaba cueros, había muerto, justo en navidad, justo cuando los católicos festejan la vida, los niños se ilusionan con sus regalos y la iglesia trata de sumar creyentes a sus rediles, aunque sus compinches se preguntaban por qué él estaba allí, en el solar de enfrente, lo que su limitado razonamiento de niños no les permitía entender es que cada cual enfrenta situaciones como puede, no como debe, al hacerlo como puede, logra procesar con mayor naturalidad que quien lo hace forzado por el deber ser, es interesante como debieron pasar años, para que esa pregunta surja en la mesa de un café, cuando justamente él les anunciaba que luego de sus estudios, parte cumplidos, parte frustrados, regresaba al pueblo para reabrir el almacén de ramos generales que había sido de su padre y a seguir sus pasos en la compra venta de cueros y lanas de los campos de la zona, ahí entendieron que no siempre es necesario exponerse sin tener claro por y para qué, que es preferible reflexionar antes de opinar y procesar antes de decidir, él entendió en su momento que la mejor manera de acompañar a su madre era dispensándola de una carga más, pues verlo ahí le cargaría un significante innecesario, por eso es que se cruzó al solar, para que sus 11 años pudieran iniciar un proceso nuevo, para atesorar 11 años de su padre, para grabarlos a sabiendas que serían su mejor legado, ya vendría tiempo para hablar con su madre, ya sería el momento de decidir sobre el futuro, al hoy no le debía exigir otra cosa, sus 11 años no podrían cargar una mochila más pesada, aunque cargó la suya prometiéndose que se forzaría por crecer pese a la desazón, creciendo y viviendo en esas dos largas décadas que lo separaban, en las que gracias al apoyo de su tutor se empeñó en estudiar y trabajar, aunque no bastó para que pudiera culminar sus estudios universitarios, truncados por la premura económica, llevándolo a tomar la decisión que relata en ese café, contando que además, había incursionado en política, aprovechando su carisma, sus dones de liderazgo y su gran oratoria, en parte innata, en parte aprendida de los caudillos de la época, cuenta y dice, ante el silencio de admiración de sus amigos, fieles, que asintiendo ante sus dichos lo incitan a organizar el pueblo, que ante los años de la gran depresión, no había salido indemne, sufriendo el éxodo de muchos, es como que él marchase contra corriente, desafiante y marcadamente comprometido, avanza, pasan algunos años hasta que es elegido Comisionado Municipal del ahora pueblo de Guardia Mitre, antes Coronel Pringles y su posición como hacendado respetable, presidente de la sociedad rural, sus contactos con el mundo de la política regional y nacional, lo posicionar a aspirar a más, años en los que dedicó su vida a esa pasión por los demás, convirtiéndose en un caudillo, hasta que muchos años, muchos gobiernos, lo llevan a decidir hacer un alto, cruzar al solar de enfrente, restregar sus ojos y entender que es hora de dejar de encaminar al pueblo, para encaminar su familia, necesitada de más atención, dedica de lleno su tiempo a la consignataria de hacienda y a administrar el campo y la alquería de cercanía, pero todo eso que reconsideró, no contaba con un back up de tiempo, no incluyó esa variable en su análisis, con 50 años en sus espaldas creyó soportar los tiempos que vendrían, pero el diablo metió la cola y recién cumplido los 55 años, un 23 de septiembre de 1981 murió. El era Jorge Antonio Murad Murad, hijo de María Murad Murad de Murad y de Jorge Antonio Murad Murad.

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martes, 10 de agosto de 2021

María Sarkis Yazbek Murad Murad de Murad - LO NUEVO

Lo nuevo.

 

Corre el año 1924.

Distinto aire, distinto paisaje y cielo, era el que hoy veía, y así me lo contaba con esa mirada intensa, transparente, sincera, romántica, por momentos melancólica pese al deber ser, pero firme y con carácter, profunda. Así intentaba contextualizar María su primera impresión de la nueva tierra. Tierra a la que fue convocada más por la palabra empeñada que por los afectos, que no eran pocos, pero que como en una conjura la obligaban a cumplir perdiendo... Dejaba parte de sus entrañas con esa partida, descendencia que para esos tiempos era lo único que le quedaba después de tanta perdida.

Llegó a un sitio perdido, adentrado en la Patagonia, en lo llano de una pampa, cuya particularidad era estar dividido en dos, uno el viejo, más a la vera del río, rodeado de chacras de cultivo, albergaba la Iglesia, el hospital y el colegio de monjas, mientras que el otro, el nuevo, junto a la barda, en la entrada al pueblo, desparramaba un caserío incipiente. Así fue como en esos nuevos aires de distintos olores compartió lo que vendría..., moldear ladrillos, regar esperanzas y fortalecer ilusiones. Y nada de todo eso pasaba fácilmente. Todo, absolutamente todo, le costó.

Lo más asombroso que en esos tiempos pude percibir, fue la convicción de una integridad incólumemente desprovista de fisuras.

Pese al reclamo constante por traer a su hija Cecilia, no dejó de cumplir con sus obligaciones de esposa; y así fue como a su debido tiempo, un 05 de septiembre de 1926, nace su último hijo de sangre, Jorge Antonio. Eso dio felicidad a ambos, que, junto a la llegada de su hija, pacificó las almas y dieron licencia a la angustia y zozobra de otros tiempos, sintiendo un aire fresco que fortalecía los cimientos de una familia que levaba velas en ese rumbo del sueño de la América.

En medio de esa vida que decidieron transitar, estaba la educación de Cecilia, que comenzó un derroteros de letras en dirección contraria a su arábigo natal, en un estricto colegio de monjas, en el que no solo aprendió a leer y escribir en español, sino que se recibió con orientación contable, asumiendo con dedicación manejar los debe y haber del almacén de ramos generales y toda la contabilidad de su padre y la familia, sin saber que su destino estaba signado y muy joven se casa con uno de sus primos, Antonio, hijo de José Murad, el primo de su padre.

Pero no distraigamos el objeto del relato, María.

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sábado, 10 de julio de 2021

María Sarkis Yazbek Murad Murad de Murad - EL DESGARRO

El desgarro.

 

Un día, su padre, José Sarkis, hijo de Sarkis, la llama y le anuncia que, el llamado llegó.

Tuvieron que pasar once largos, duros, dolorosos y algunos pocos felices años, para que él la mandara a buscar. Solo a ella. Habían cambiado las claves, en su corazón los códigos. En su amor de madre no cabía entender esa realidad, el tener que despegarse de su hija para viajar al nuevo mundo, ¿cómo decirlo? ¿Cómo digerir la frialdad de una decisión tomada al otro lado del mundo?, ¿cómo tener que transitar impotente ese momento de separación? Ante tal conmoción, su padre, como patriarca de la familia, habla y dice lo que será. La niña quedaría al cuidado de él.

Escuché su relato, lo pienso y aun así no logro dar dimensión a ese momento de dolor.

Los mandatos priorizan, la obediencia se torna exigente y emprende ese camino avalada por su propio juramento y cuyo objetivo estaría cumplido al momento en que se reencontrara con su hija. Hija que paradójicamente al llegar a América tenía devoción por su padre y no tanto así por su madre. Creo entender que los mandatos, la obediencia y la sumisión cumplieron su rol al pie de la letra, el patriarcado en su máximo esplendor podríamos decir, tal es así que fue casada con un pariente.

 Sí, así de crudo y así de incomprensible otra vez tuvo que callar y en silencio partir, dejando lo más preciado que tenía, viviendo en su travesía lo peor que la guerra le podía mostrar, muerte, miseria, desolación, sufrimiento.

Cuando el vapor partió, vino a su memoria la cara de su hija, la de su familia acongojada y su corazón se estrujaba de tristeza, porque en un punto sabía que lucharía por juntarse pronto con la niña, pero también era consciente que dada las circunstancias no volvería a ver a los suyos, por eso trataba de grabar en su memoria esos rostros amados, esas vidas queridas, procurando retener los mejores momentos. El primer puerto que toca su barco es Génova, donde lo único que más la impacta no es el contacto con la civilización occidental, sino el ver la cara visible de lo que después entenderá es el daño directo de una guerra, la cantidad de mujeres solas vestidas de negro. Eran las viudas de la guerra, la cruel realidad de una guerra de otros que padecen estos. La hipocresía vuelve a mostrar sus rasgos, pero en este caso manchados de sangre. Rasgos de muerte y miseria, del poderoso ante el oprimido, de la codicia, de la crueldad, de todo eso que los conflictos de tamaña magnitud saben que se dan por un propósito preexistente, que escapa al conocimiento de las mayorías involucradas por decisiones de otros. Allí también abordaron migrantes. Después no sé en qué puertos paró antes de emprender la travesía atlántica. Del trayecto de ahí a Argentina mi recuerdo es confuso. Lo hizo en las mismas condiciones que la mayoría de los migrantes, sin saber el idioma, con escaso dinero, con escases de comida y en situación de bastante hacinamiento, con la presión de la rapiña al asecho y un notorio maltrato que roza el desprecio por parte de la tripulación.

Como anecdótico, una vez en Buenos Aires pierde contacto con su amigo Masoud Chaer, de la aldea de los Chaer, vecina a Shatín (con quien viajó desde las montañas libanesas), ya que éste viajaba de polizón y al arribar al puerto, para no ser descubierto, se arrojó del barco. A él lo volverá a ver al tiempo…

En el tren que la lleva rumbo al sur de esa inmensa pampa húmeda, no logra mantener diálogo con nadie y llora por sed, hasta que el convoy se detiene en Olavarría, donde el guarda se apiada de ella y llama a un “turco” que trabajaba en la estación, para que logre entender lo que esa mujer pedía, y así llega a Bahía Blanca, donde trasborda a una diligencia, una especie de colectivo tirado por caballos, para hacer los trescientos kilómetros que la separan de Carmen de Patagones, donde la esperaba un sulky que había mandado su marido para buscarla. Él la estaría esperando a mitad de camino con un asado y un cajón de cerveza (esta anécdota me causó mucha gracia y ternura a la vez, más allá de entender el desconocimiento que tenía de ella, ya que no bebía alcohol). Es allí, de una manera tan simple pero tan significativa, donde se produce el reencuentro con su marido, de quien pienso más como haciendo un trámite, pero cerciorándose de poner en autos, pero ponerse en autos después de tantos años, con mucha agua corrida bajo los puentes, de reconocerse más allá del matrimonio y no sería fácil con una década encima que los había cincelado con muy distintas intenciones, pero tallado al fin, su carácter, su personalidad, sus experiencias, siendo los mismos siendo otros, la vida les había pasado y les estaba pasando, con ellos, más allá de ellos y a pesar de ellos.

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martes, 29 de junio de 2021

Blastos, el comienzo...

Qué son los blastos?
Los blastos son precursores inmaduros de los glóbulos blancos, estos se forman dentro de la médula ósea de los huesos y normalmente NO deben encontrarse en los estudios de sangre periférica (biometría hemática). La presencia anormal de estas células en la sangre puede significar un diagnóstico de cáncer.



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lunes, 28 de junio de 2021

Orgullo

Día Internacional del Orgullo LGBT

Un día como hoy, pero en 1969 se produjeron las revueltas de Stonewall en Nueva York,
consideradas como el inicio de la lucha moderna contra la discriminación por razón de orientación sexual e identidad de género.Desde entonces, como hoy, se celebran el Día del Orgullo LGBT cada 28 de junio en todo el mundo.
El 28 de junio de 1969 la policía allanó Stonewall Inn, un club gay ubicado en el 53 de Christopher Street, en Greenwich Village (Nueva York).
Era la segunda vez aquella semana que la policía allanaba el local, pero —aunque la escena ya se había repetido en otras ocasiones— esta vez las 200 personas (en su mayoría lesbianas, gais, drags y trans) que se encontraban dentro no dudaron en responder.Fue Marsha P. Johnson, una mujer afroamericana, trans y bisexual,la que comenzó la resistencia al lanzar una botella contra un espejo, mientras forcejeaba con los policías porque iba a ser llevada a la comisaría.
Ese simple gesto fue el detonante para que la multitud se resistiera a las agresiones. La adrenalina, el miedo y la emoción recorrió a los participantes, cansados de ser reprimidos y maltratados por ser ‘diferentes’. Entre los protestantes alguien gritó “¡Poder gay!” , mientras que otro grupo comenzó a cantar “We Shall Overcome” (Nosotros venceremos), un tema gospel que después se convirtió en unos de los himnos del movimiento.
Un mes después de los disturbios de Stonewall, Brenda Howard (conocida como ‘la madre del orgullo’) organizó el Desfile del Día de la Liberación de Christopher Street.
Esto eventualmente se transformó en lo que ahora conocemos como la Marcha del Orgullo de la Ciudad de Nueva York, desde donde evolucionaron los desfiles y marchas en todo el mundo.

Se libre de amar a quien quieras y siéntete orgulloso de ser quien eres...
FELIZ DIA DEL #ORGULLO

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jueves, 24 de junio de 2021

¿Mielofibrosis? Myelofibrosis?

Es un trastorno de la médula ósea en el cual la médula es reemplazada por tejido cicatricial fibroso.

Causas

La médula ósea es el tejido suave y graso que se encuentra dentro de los huesos. Las células madre son células inmaduras en la médula ósea que se convierten en todas las células sanguíneas. La sangre se compone de:

  • Glóbulos rojos (los cuales llevan oxígeno a los tejidos)
  • Glóbulos blancos (que combaten las infecciones)
  • Plaquetas (que ayudan a que la sangre coagule)

Cuando la médula ósea se cicatriza, no puede producir suficientes células sanguíneas. Se puede presentar anemia, problemas de sangrado y un riesgo más alto de infecciones.

Como resultado de esto, el hígado y el bazo tratan de producir algunas de estas células sanguíneas. Esto provoca que estos órganos se inflamen.

Con frecuencia se desconoce la causa de la mielofibrosis. No hay ningún factor de riesgo conocido. Cuando esto ocurre, a menudo se desarrolla lentamente en personas mayores de 50 años. Las mujeres y los hombres resultan afectados por igual. Existe un aumento en la incidencia de esta afección en los judíos Asquenazíes.

Cánceres de la sangre y la médula ósea, como el síndrome mielodisplásico, la leucemia y el linfoma también pueden causar cicatrización de la médula ósea. Esto se denomina mielofibrosis secundaria.

Síntomas

Los síntomas pueden incluir cualquiera de los siguientes:

  • Llenura abdominal, dolor o sensación de llenura antes de terminar una comida (debido al agrandamiento del bazo)
  • Dolor óseo
  • Sangrado con facilidad, hematomas
  • Fatiga
  • Aumento de la probabilidad de contraer una infección
  • Piel pálida
  • Dificultad para respirar con el ejercicio
  • Pérdida de peso
  • Sudores nocturnos
  • Fiebre muy baja
  • Agrandamiento del hígado
  • Tos seca
  • Comezón

Pruebas y exámenes

El proveedor de atención médica le hará un examen físico y le preguntará sobre los síntomas.

Los exámenes que se pueden hacer incluyen:

Tratamiento

El trasplante de médula ósea o de células madre parece mejorar los síntomas y puede curar la enfermedad. Este tratamiento normalmente se contempla para personas jóvenes.

Otros tratamientos pueden implicar:

Expectativas (pronóstico)

A medida que se agrava la enfermedad, la médula ósea deja de funcionar lentamente. El conteo bajo de plaquetas lleva a que se presente fácil sangrado. La hinchazón del bazo puede empeorar lentamente junto con la anemia.

La supervivencia aproximada de las personas con mielofibrosis primaria es de unos 5 años. Sin embargo, algunas personas sobreviven por décadas.

Posibles complicaciones

Las complicaciones pueden incluir:

MedlinePlus es un servicio informativo para pacientes, familiares y amigos.



It is a bone marrow disorder in which the marrow is replaced by fibrous scar tissue.
Causes
Bone marrow is the soft, fatty tissue found inside the bones. Stem cells are immature cells in the bone marrow that become all blood cells. Blood is made up of:
Red blood cells (which carry oxygen to tissues)
White blood cells (which fight infection)
Platelets (which help blood clot)
When the bone marrow scars, it cannot make enough blood cells. Anemia, bleeding problems, and a higher risk of infections may occur.
As a result of this, the liver and spleen try to make some of these blood cells. This causes these organs to become inflamed.
The cause of myelofibrosis is often unknown. There are no known risk factors. When this occurs, it often develops slowly in people over the age of 50. Women and men are affected equally. There is an increased incidence of this condition in Ashkenazi Jews.
Cancers of the blood and bone marrow, such as myelodysplastic syndrome, leukemia, and lymphoma, can also cause scarring of the bone marrow. This is called secondary myelofibrosis
Symptoms
Symptoms may include any of the following:
Abdominal fullness, pain or a feeling of fullness before finishing a meal (due to enlarged spleen)
Bone pain
Bleeding easily, bruising
Fatigue
Increased chance of getting an infection
Pale skin
shortness of breath with exercise
Weightloss
Night sweats
very low fever
enlarged liver
Dry cough
Itch
tests and exams
The health care provider will do a physical exam and ask about your symptoms.
Tests that may be done include:
Complete blood count (CBC) with blood smear to check the different types of blood cells
Tissue damage level (DHL enzyme level)
genetic testing
Bone marrow biopsy to make the diagnosis and check for bone marrow cancers
Treatment
Bone marrow or stem cell transplantation seems to improve symptoms and may cure the disease. This treatment is normally contemplated for young people.
Other treatments may involve:
Blood transfusions and medications to correct anemia.
Radiotherapy and chemotherapy.
Targeted drugs.
Removal of the spleen (splenectomy) if the swelling causes symptoms or to help with anemia.
Expectations (forecast)
As the disease worsens, the bone marrow slowly stops working. Low platelet count leads to easy bleeding. The swelling of the spleen can slowly get worse along with the anemia.
The approximate survival of people with primary myelofibrosis is about 5 years. However, some people survive for decades.
Possible complications
Complications can include:
Development of acute myelogenous leukemia
infections
bleeding
Blood clots
Liver failure
MedlinePlus is an information service for patients, families, and friends.
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jueves, 10 de junio de 2021

María Sarkis Yazbek Murad Murad de Murad - EL DESCONSUELO

El desconsuelo.

 

La hambruna ya corría su maratón indecorosa, adentrándose en las tierras sin restringir pasaporte a ningún mortal, a medida que transitaba invitaba a padecer, a sentir, a ver entristecer las miradas, a gemir la palabra pan, sin entender cuándo había pasado eso y porqué, los hombres que no eran forzados a la guerra, migraban y los que quedaban trataban de trabajar una tierra sin nada que cosechar, mientras que las mujeres fueron las decididas, en su mayoría, viendo más allá de los mandatos, salen a enfrentar la guerra, las enfermedades, el hambre y la desolación.

El dolor más grande fue ver llegar una peste, la hambruna siempre anda con malas compañías, sequías, ratas, piojos, fiebre, que no sucumbían a los simples ungüentos, paños fríos o aceites y menos a los constantes y sinceros rezos de piedad. El tifus se apodero de las victimas de la guerra e hizo estragos en oriente y occidente, un daño colateral producto de esa contienda a la que fueron convidados de piedra, y sin tener salvoconducto para evitarlo, ocurrieron las generales de la ley, le tocó que golpeara su puerta y se llevara al hijo recién parido, Pedro, nieto de José hijo de Sarkis, también Murad. En una mezcla de desgarro y entereza supo enfrentar todo con ese corazón herido ferozmente. Lo envolvió en ese manto blanco y acompañada por su padre le dio sepultura. Desde ese momento, María hizo carne la memoria de ese hijo, vistiendo un riguroso negro de luto, el más negro e intenso negro luctuoso de los negros y lo llevó hasta su tumba, siendo a mi entender el más sublime homenaje que le tributara día a día, junto al rosario del amanecer. Así era ella, de una simpleza austera, sin grandilocuencias. No pregonaba por el reconocimiento y su recompensa era sentirse fiel a sus convicciones, sin importarle el qué dirán.

Recuerdo a María decirme que en casa de su padre, pese a la guerra, no sobraba dinero, pero tampoco faltaba, lo que no había eran alimentos que comprar, la persecución otomana regresó con nuevos ímpetus entre 1914 y 1918, bloqueando todos los accesos a las montañas causando un desastre humanitario terrible, decenas de miles de personas murieron de hambre y de enfermedades, mientras que otros tantos miles, emigraron en busca de mejores oportunidades. Pensando en su hija dio vuelta esa página de dolor y curtida por ese dolor, se desconecta de esas ataduras, gracias a sus fugaces intentos anteriores, sale a los campos en busca del pan, se siente responsable, se hace responsable, ejerce ese libre albedrío y transita esa responsabilidad por diversos lugares, lleva esa libertad al límite de sus posibilidades, decide ir más allá de las montañas y caminó en busca de trabajo y trabajó en donde pudo y en lo que pudo, siempre pensando en lo que había quedado en casa.  Así de cruda la realidad de esos tiempos en los que se veían al asecho los daños colaterales, esas fallas del sistema, de los desgobiernos, los egoísmos y los negociados de todos contra todos, pero a favor de ellos, no de estos que, eran los conectados, los necesarios para alimentar la “Matrix”, la Gran Puerta, que reproducía a su antojo los guarismos necesarios para fortalecerse. Nada de eso era análisis filosófico de su cotidianidad, lo vivía como podía y punto.

Muchos fueron los tiempos en que, a la hora de la siesta, en ese silencio de pueblo, se sucedían los relatos de lo ocurrido en aquellos años, de como fue mutando su comportamiento para igualar sus beneficios, como aprender a fumar ya que para eso se les otorgaba a los hombres un descanso en la cosecha, descanso que las mujeres no tenían, y era por eso que sus pares la miraban primero con asombro, luego la juzgaban, hasta que con admiración trataban de imitarla; o el de disfrazarse y como polizón viajar en tren hasta la costa para recolectar sal. A medida que la escasez se hacía más notoria, su capacidad de ingenio se agudizaba, de igual manera que su perseverancia y su temple, hubo veces en las que tardaba días, después semanas y hasta meses en regresar, eran las veces que, fortalecida por ese libre albedrío a su diestra y su destino a la siniestra, volvía a romper el espejismo y se escabullía en la maleza para que la enorme serpiente que cruzaba el camino, no la viera y la devore. El llanto también la invadía, pero respetaba el pacto de cambiar ira por lágrimas y la ayudaba a descargar sentimiento de enojo, impotencia y soledad. Llanto y fortaleza cohabitaban en ella mientras sus pies se llagaban de tanto caminar senderos. Solía ir con su hija a la residencia patriarcal, donde se agolpaban de a cientos los peregrinos, esperando que dieran la orden de entregar un pan y con una ingenua picardía de hambruna, repetía la cola, las veces que podía, para poder regresar con dos o tres panes más. Muchas, tiernas, dolorosas, fantásticas, crudas, pero muchas fueron esas historias que atesora mi memoria, como cuando decide ir más allá de las fronteras de lo supuestamente permitido y recorre desfiladeros de moral, que al regreso intentan endilgarle con la más cruel flagrancia, llevada de boca en boca como regadero de pólvora, en el chismerío más bajo de la aldea, desnudando francamente sus pechos, ante la multitud, como prueba de su inocencia mancillada; o como cuando fue motor de esperanza, donde el cura comentó su valentía de trabajar rudamente en las tierras comarcales, mezclada entre los hombres, que asechaban su género, imposible de cosificar, por su fortaleza y su clara vocación de vivir sin doblegarse a ciertos mandatos, admirada por su padre, pero también por el cura, que no era fiel discípulo del Patriarca,  hoy lo llamaríamos cura en opción por los pobres, pero también imitada por otras mujeres que entendieron el motivo de su mitigar.

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lunes, 17 de mayo de 2021

En el 2004 la ONU declaró el Día Internacional contra la comunidad LGBTIQ+

#LoSientoHater, lo que no te gusta de mí, a mí sí.

17 de MAYO

DIA INTERNACIONAL CONTRA LA HOMOFOBIA, BIFOBIA, LESBOFOBIA Y TRANSFOBIA
Reivindicación de los derechos y la igualdad a las personas del colectivo LGTBI+, un paso inmenso para la sociedad que no se puede quedar ahí. La lucha y el trabajo siguen; ya que el desprecio, la violencia y la discriminación hacia las personas LGTBI+ sigue estando en diferentes ámbitos y fundamentalmente en muchos países homofóbicos. Lugares donde hoy día se producen delitos de odio, y por tal motivo sigue siendo necesario visibilizar al colectivo.

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sábado, 15 de mayo de 2021

DE SEPARACIONES Y DE EX...



Separación y Ex.

El vínculo con un pasado y un presente, motivado por un quiebre y del que se saldrá tratando de irse de la mejor manera. ¿Se puede?, si, se puede. De no lograrlo, se estará yendo físicamente, pero se estará quedando. Si no se va teniendo memoria, capitalizando lo bueno y priorizando el amor, se estará odiando y quedando vacío de contenido, árido. No es lo mismo sentirse responsable que reconocer una responsabilidad. Quien se siente responsable no puede pensar un hecho o un acto sin quedar identificado con ese hecho o acto, por eso no puede sostenerlo endilgando rápidamente la responsabilidad en el otro, pero si se reconoce una responsabilidad, sin sentirse culpable, es haber comenzado a pensar, a conversar y discutir.  Hay que entender que el amor puede terminar sin fatalismos y que ese fin es el brote de algo mejor. Eso es reconocer que ambos son responsables y ambos se deben algo. Irse reconociendo una deuda es estar tranquilo que no se es un estúpido.

¿Esto nos habla de justicia? NO. ¿Esto nos habla de disculpas? A veces. Porque cada uno verá qué puede hacer con su separación. Siempre hay cuestiones a resolver, sin que ello implique equidad, surgiendo el escollo de pedirle al otro que sea diferente, de una forma que no es, cuando esa diferencia fue la causa de la separación. Sí, tal cual se lee, estos ex así se pelearán, como en los mejores tiempos, por las mismas cosas y los mismos motivos por los que se separaron, manteniendo una forma, otra forma, para seguir juntos. Por eso es que no existe motivo para una separación, se dice basta, hasta acá llegué o no se quiere más, o simplemente porque se elije estar en otro sitio. Por eso no hay justicia ni justificación, porque no hay motivo. Lo importante es no repetir con el ex aquello de la relación que los llevo al quiebre. Eso no es resignificar el vínculo, es separarse siguiendo juntos de la peor manera, no dejando crecer, solo corroe.

Es interesante observar a separados en cualquier charla al azar, es muy frecuente poder ver como uno de ellos no evolucionó totalmente tras la ruptura, manteniendo pequeños (o no tan) resabios de lo que motivó el fin. ¿Cómo verlo? Solo escuchando definiciones de molde, respuestas calcadas, como quedado todo en su propio entender, sin tener en cuenta la evolución del otro (eso es irse de boca), encasillando a ese otro en el prejuicio que le motiva el enojo y donde aflora esa vehemencia que no lo deja escuchar ni escucharse. Solo dice en lo que él pudo tildarse del otro, sin permitirse venir en el tiempo y por ende estar presente, para mirar y ver, oír y entender que, quien esta como interlocutor es ese otro, que no se queja, que simplemente intenta adentrarse al diálogo desde el hoy, después de haber tamizado ese vínculo y creyendo rescatar lo bueno.

No se necesita justificar para dar una respuesta, se necesita haber deconstruido el vínculo.

Y no olvidemos que “todo reproche esconde un autorreproche” (Freud)


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jueves, 13 de mayo de 2021

LA QUEJA Y LA VICTIMIZACION

La queja como reclamo, es un agente de cambio. La acción ante esa queja coloca al sujeto como protagonista directo de ese cambio a conseguir. Entonces podemos decir que, ante una situación desagradable, la queja es una herramienta más con la que se puede modificar o mejorar una situación. Para él la felicidad no es una meta inalcanzable, sino una construcción diaria.

Ahora si a esa queja se la usa como escudo permanente y es una constante ante cada situación de conflicto, corroe. Y no me estoy refiriendo a situaciones dolorosas que ponen al sujeto mas vulnerable, sino a la queja como estilo de resolución, donde el problema no es promotor de la misma. En tal caso el sujeto deberá ver qué hace con eso, ya que a las claras se ve que el camino no es el debido. Para él la felicidad es una meta inalcanzable y no una construcción diaria. 

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miércoles, 12 de mayo de 2021

LA MATRIX EN TIEMPO REAL

Y que mejor ejemplo en medio de una pandemia provocada por la Covid, con la subjetividad al orden del día, con el yoísmo engreído y potenciado a favor o en contra de quienes detentan el poder “real”, que en la mayoría de los casos no irá de la mano de su pariente más débil, el poder “formal”. Así se va construyendo en, el primer caso bajo una planificación muy elaborada por su manual de misiones y funciones; mientras que en el segundo se “va viendo” en función de los materiales con los que se cuente, cuyo resultado no siempre logrará cubrir las necesidades, dando pie al pariente fuerte que ordenará a todos sus peones construir ese planificado “relato”. Una tarea (seguramente basada en esa “tarea” de los años oscuros, pero que nunca dejó de estar en el imaginario de quienes integran la familia del real y sus descendientes), cuyo primordial objetivo será corroer y denostar el accionar del poder formal, sin importar las consecuencias, que se tomaran como daños colaterales atribuidos, obviamente, a quien ejerce ese poder, obteniendo de esa manera un gran porcentaje de las fichas apostadas. Aunque se podría decir que eso no es tan así, ya que sería entender a la sociedad como androides, es verdad, pero a medias. No debemos salirnos del eje. El poder real siempre tendrá obreros a su antojo que combatan y construyan. Un ejemplo es mirar a nuestro derredor y ver a una américa latina coptada por ese real replique casi calcado. Una sociedad y dos opiniones, la que lucha por reivindicar sus derechos y la otra que lucha por reivindicar los derechos del poder, creyendo que, como aspirante de clase, eso le gestionará el ascenso. Una sociedad dividida a gusto del paladar negro. ¿Ambos grupos tienen opinión formada? Ní. ¿Ambos grupos piensan? No. ¿Ambos grupos razonan? No. Los primeros tratan de ir deconstruyendo en la lucha; mientras que los segundos son aquellos que nunca desconectaron de la Matix, siguen siendo formateados y reformateados a medida que la acción lo requiera, replicando automáticamente lo que su ordenador desde el sistema central le mande. O sea, ambos emiten opinión, lo importante es desde dónde lo hacen, y para entender un poco eso, vayamos al terreno de lo individual, de lo cotidiano.

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lunes, 10 de mayo de 2021

María Sarkis Yazbek Murad Murad de Murad - EL DESTIERRO

El destierro.

 

Los jóvenes turcos, en alianza con otras fuerzas y fogueados por occidente, principalmente Francia y Gran Bretaña, cuyos intereses económicos y comerciales eran más que evidentes, logran cambiar sultanes como figuritas, restituir un parlamento que operara a su antojo y a medida que se lían al “poder” son fagocitados por éste y terminan haciendo terribles atrocidades y desigualdades peores a las que supuestamente fueron a combatir. Nacen como revolucionarios que quieren cambiar el sistema, la desigualdad los agobia, las injusticias los abonan a luchar, pero cuando uno de los pueblos del imperio alza sus voces, porque no ve nada de eso, sino lo contrario, ocurre lo que aún hoy el mundo repudia. Las fisuras del imperio promovieron una fuerte propaganda a la que estratégicamente intentaron sembrar en todo el territorio. Lisa y llanamente una “operación” orquestada a sangre fría, un comportamiento canalla, una fake news que recaía sobre el pueblo armenio.

María fue testigo del destierro armenio, de lo peor que un ser humano puede hacer a otro, en pleno día, a vistas de todos, de muchos que acobijan, los menos, los pobres, como siempre; mientras que los muchos, los amigos de ese “poder” miran para otro lado, son tibios en sus comportamientos, aunque inexcusable en sus actitudes. Se sintió desterrada en su propia tierra viviendo el mismo destino que ellos, pero también tendió su mano acobijando y ayudando a los desterrados peregrinos que de a miles llegaban a sus tierras. Todo eso lo vivió sin ser invitada a ver, claro, era en esos momentos en los que estaba liberada, cuando podía ver a los demás conectados y sincronizados a un ritmo de relojería, ahí cuando se encontraban el destino y su libre albedrío, cuando las pequeñas fichas de libertad eran pocas, muy escazas, solo usables por ellas, ya que sus baterías no soportarían otro despliegue, y lo sabía, lo aprovechaba y decodificaba, para intentar luego poner en palabras esa vivencia. En esos caminos rocosos y de laderas de piedra caliza o de montes achaparrados los vio, en los despeñaderos los vio, a la vera de los senderos que bajan al valle los vio, apilados como NN los vio y ayudó en lo que pudo y compartió con esos peregrinos forzados a caminar su tierra, huyendo  del horror y el espanto, huyendo de la muerte segura, dejando su tierra, desmembrada su familia, modificada su historia por la decisión de un destino manipulado por otros, que será su destino de ahora en más, pero con la impotencia de no creerse merecedores de ese castigo, donde la falla de la máquina dio mayor potencia al desarrollo y canceló las claves de  acceso a la libertad, allí donde xi desnivela todas las fuerzas y erosiona cualquier posibilidad. La hipocresía vuelve y se deja ver, pero no logra opacar el olor a muerte injusta. La marcha forzada de los armenios por cientos de kilómetros, que atravesó zonas desérticas, provocó que la mayor parte de los deportados pereciera víctima del hambre, la sed, las enfermedades y las privaciones. Los supervivientes que no lograban esconderse, acogidos por ejemplo por campesinos libaneses, eran robados y violados por los gendarmes que debían protegerlos, con frecuencia acompañados por bandas de asesinos y oportunistas, honrando a ese pueblo, a esas vidas vio, fue presencia entre tanta ausencia, lo que suponía protección vio tornarse en indiferencia, en una ambigüedad favoreciendo al más fuerte y nuevamente debe regresar y conectarse, seguía creyendo en el mandato, nunca lograría decodificarlo.  

Sabido es que esos fueron tiempos difíciles para ella también.  Su apariencia no era la misma, sus rasgos marcados daban cuenta de una falta de foco entre lo cronológico y lo visual, era muy joven con aspecto de mayor, de haber corrido y en la carrera acelerado las agujas del tiempo, corría su cuerpo, pero no su mente, corría su necesidad, pero no su posibilidad, corría su deseo, pero no su suerte, un correr espantado por el hambre, premura, pensando en su hija, su familia, pero también ante la injusticia a la que no podía enfrentar, aun quisiera, porque no contaba con la astucia y la malicia de un veneno que se infiltraba por las fisuras más inesperadas de una sociedad corrompida por la ignorancia aprovechada, por la seducción atrevida de gobernantes o poderosos dispuestos a entregar su alma al diablo a cambio de la vida eterna, ignorando ellos que su ignorancia, mezcla de paganos infieles devenidos en creyentes inmorales, los hacia presas del poder supremo regente en la Gran Puerta. Los sultanes aprovecharían esas pociones venenosas como herramienta, sin tener la necesidad de exponer demasiado poderío bélico, sin mostrar sus tropas, solo mandando algunos infiltrados que motivaban escaramuzas en el pueblo escéptico. María, en sus días de trabajar en tierras sirias, también pertenecientes a los dominios de la Gran Puerta, se fue enterando de esas practicas ejercidas ante la mirada de un pueblo que desconocía lo significante que puede ser leer entre líneas, pero claro, la ignorancia no es maestra de interpretaciones sutiles y tampoco significa que María tuviese acceso a los expedientes para poder juzgar tamañas mendicidades, ella simplemente actuaba bajo los efectos del sentido común, era simple.

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miércoles, 5 de mayo de 2021

DISCULPAS VERSUS PERDON

DISCULPA

Interesante respuesta a ciertos actos, si los hay.

Usar excesivamente la palabra “perdón” casi como muletilla tiene múltiples aristas. Bastante común es cuando se lo hace como una manera de demostrar humildad, de evitar un conflicto o de poner fin al mismo rápidamente, transformándose en una expresión básica o reiterada en el vocabulario de la persona. Debería replantearse cuándo, por qué y cómo pedir disculpas, con el convencimiento de deconstruir el mandato y erradicar la palabra “perdón” del vocabulario diario o al menos utilizarla lo menos posible. El hombre es un animal de costumbres jeje.  Si es un “caballito de batalla”, se perderá el significado y el poder de las disculpas sinceras, que dejarán de cotizar en bolsa (para los más creyentes) o no convocara a ningún meeting (para los más agnósticos), en otras palabras, decir demasiadas veces “lo siento”, hace que el acto de disculpas cada vez tenga menos peso. Corolario, guardar las disculpas para cuando sea realmente necesario, si es que la gravedad del hecho lo permite, obviamente.

Si vamos por la negativa, se devalúa el propósito de la disculpa, se devalúa uno mismo, cuando decimos “perdón” con demasiada facilidad; cuando se utiliza para zafar tratando de solucionar situaciones, pero no resuelve los conflictos; o cuando al hacerlo muchas veces termina afectando la auto estima y la autopercepción de las situaciones, entre otras. 

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